Fueron construidos durante la última Guerra Carlista (1872-1876), pues tan pronto como Irún se vio amenazado por las acciones militares de las tropas carlistas, su Ayuntamiento solicitó al Gobierno la construcción de diversas obras de defensa. Por Orden de 8 de abril de 1873, se autorizó la ejecución de las obras de defensa de Irún, con la condición de que tenían que llevarse a cabo con arreglo a las instrucciones del Cuerpo de Ingenieros militares.
La planta de todos ellos es hexagonal de entre 3, 3 m y 3, 5 m de lado, excepto la situada más cerca de Guadalupe cuya planta es cuadrada. Tenían todos ellos dos plantas de altura y terraza; tan solo se conservan los muros perimetrales levantados en piedra arenisca, el interior está totalmente vacío. En la planta baja se abrían algunos pequeños orificios rectangulares que servían de ventilación y para la observación.
En el exterior se puede observar una zapata de altura variable, ligeramente más ancha que el torreón y cuya altura sobre el terreno dependía de las irregularidades de éste. El acceso no se realizaba por la planta baja sino que se abría en la primera planta a la que se accedía por una escalera escamoteable, con objeto de hacer más difícil el acceso al edificio. En esta misma planta se abrían dos o tres aspilleras en cada cara. La terraza se adelanta ligeramente sobre la fachada sostenida por tres modillones en cada lado del polígono y uno en cada vértice abriéndose entre cada uno de ellos un orificio aproximadamente circular que servía para la evacuación de las aguas pluviales.
La construcción de la casa consistorial o casa concejil actual de Lezo finalizó en el año 1742. Sin embargo, anteriormente existió otra. A mediados del siglo XVIII estaba constituida como cárcel, archivo, enfermería, sala de reuniones, taberna (explotada en arrendamiento) y armería (conteniendo al menos 25 fusiles, con sus bayonetas).
Para hacer frente a los gastos de la obra, el concejo fundó varios censos (préstamos del Antiguo Régimen): en 1739, uno de 450 ducados de plata a favor del cabildo eclesiástico de Errenteria y, el mismo año, otro de 200 a favor del convento de las Agustinas de Errenteria. Estos censos no fueron redimidos hasta el siglo XIX.
La Iglesia Parroquial de San Juan Bautista se sitúa sobre una pequeña colina existente en el centro urbano del municipio de Lezo.
Durante muchos años, la Iglesia Parroquial de San Juan correspondió a los municipios de Pasai Donibane (San Juan) y Lezo. En cuanto se concedió a los habitantes de Pasaia la autorización para formar una parroquia aparte, allá por mediados del siglo XVI, quisieron éstos construir su templo, pero les faltaba dinero, por lo que hasta principios del XVII no comenzarían definitivamente sus obras.
Las obras de la Iglesia empezaron por el lado norte. En éste se abren dos capillas con arcos ligeramente apuntados. Y conforme a la escritura de convenio, la parte sur presenta también dos capillas, una de las cuales, cerrada por arco de medio punto, sirve de entrada en el templo. No podemos decir si se construyó la puerta siguiendo el modelo que proponían -la de la Iglesia de Usurbil- , porque ésta no existe hoy; la de Lezo es una "capilleta" reducida con bóveda de crucería muy sencilla.
La Iglesia es amplia, de una sola nave. A los grandes contrafuertes exteriores, corresponden interiormente pilastrones prismáticos de base triangular, resultado de la fusión de los baquetones que sostienen los distintos nervios de la bóveda; ésta está cubierta de crucería propia del XVI con nervios ondulantes y claves pendientes. Algunas de las crucerías presentan ornamentación especial, único caso que observamos en Gipuzkoa.
Cuatro tramos tiene la Iglesia: sobre el primero se levanta el presbiterio, al que da acceso una hermosa escalinata. El retablo mayor tiene cuatro pisos de altura y está coronado por un calvario.
Exteriormente, el edificio conserva caracteres góticos en sus gárgolas y en la portada oeste, donde sobre puerta más moderna se pueden apreciar los arranques del arco apuntado más antiguo. Sobre la portada se abre un espléndido ventanal gótico, con tracería y dos maineles que dividen su luz. Sobre el ventanal del lado sur se observa una moldura en arco de doble inflexión, rematado por una palmeta; no hay tracería ni maineles. Una moldura formada por bolas sirve de decoración a una parte de la fachada sur.
Los pronunciados contrafuertes exteriores en el ábside dan a la Iglesia el aspecto de una gran fortaleza.
Se trata de un edificio de planta casi rectangular y tejado a dos aguas. Presenta una altura de cuatro plantas, muros de sillería y escudo de armas de buena labra a la altura del 4º piso, cortavientos y puerta de acceso adintelada.
Se trata de un edificio de planta rectangular con cubierta a dos aguas y el caballete paralelo a la fachada. Presenta una altura de tres plantas, con una composición centrada de los huecos de la fachada, toda ella en piedra de sillería.
La planta baja muy transformada con criterios de "rusticidad" muy incultos. En la planta 1ª podemos observar un balcón antepechado central y dos ventanas a los lados; la forma y reparaciones hechas en los sillares y en las repisas (de hormigón) de las ventanas hacen pensar en alguna transformación, aunque no importante. En la última planta presenta tres ventanas (ahora sí, originales) con repisas de piedra.
Entre las dos plantas superiores hay un escudo en óvalo del siglo XVI. La casa forma parte de la lotización del Casco Histórico. El interior está totalmente reformado y dividido en pisos.
Se trata de un edificio de planta rectangular y tejado a dos aguas. Presenta una altura de cuatro plantas, muros de sillería a vista en fachada principal y el resto revocados y pintados.
Presenta balcones corridos con baranda de hierro. Los balcones de los pisos 1° y 2º están sostenidos por soportes artesanados de sillería. También están artesanados los paramentos de bajos, 1ª y 2ª planta. En el piso 3º (de factura moderna, realizado alrededor de 1930) hay un escudo de armas.
Se trata de un edificio de planta irregular y tejado a dos aguas. Presenta una altura de cuatro plantas y muros de sillería en fachada principal, donde podemos contemplar: un escudo de armas de buena labra entre los pisos 1º y 2º; balcón corrido de madera con molduras de sillería; alero sostenido por canes labrados de madera.
Se trata de una casa exenta, de planta rectangular y tejado a dos aguas. Es una casa muy restaurada, de tres plantas, con muros de sillería, pero que aún conserva los bajos primitivos.
Sobre la fachada principal, en el segundo piso, podemos contemplar un escudo de armas del siglo XVIII, de buena labra, con la leyenda "Soy de Zavala".
En los dinteles de la planta baja ostenta una cruz labrada sobre una de las puertas y un anagrama "JHS" (Jesús Hombre Salvador) sobre la otra. También observamos los balcones corridos en los pisos primero y segundo con baranda de hierro forjado. El interior está totalmente transformado, con el acceso por un lateral.
Se trata de una casa palaciega, exenta, de planta rectangular con cubierta a cuatro aguas rematada por pináculos (imitación de los que tenían las Casas Torre).
Todos los muros están construidos en piedra de sillería con plantabandas en la línea de impostas.
En la fachada principal comprobamos que los huecos están compuestos simétricamente. En la planta baja presenta una amplia puerta central adintelada y dos pequeños huecos a los lados.
En la planta primera observamos dos balcones simples de hierro forjado apoyado en modillones pétreos, ligeramente volados. En la última planta presenta un balcón corrido apoyado en mensulones de piedra, abarcando toda la fachada y dos puertas que coinciden con las de abajo con un gran escudo del siglo XVIII en el centro de ambas.
Un amplio alero abarca los cuatro lados, con los canes tallados. Es un edificio muy bien conservado, hoy día Biblioteca Municipal.
En la Plaza del Pueblo encontraremos la Basílica del Santo Cristo. Inicialmente no era más que una pequeña Ermita, con su pórtico con cerca de madera. En su interior podíamos contemplar un singular Cristo Crucificado, de estilo bizantino, del s.X y muy peculiar, dado que carecía, y carece, de barba. A finales del siglo XVI, sin embargo, y debido a supuestos milagros, la devoción por esta imagen fue extendiéndose a todo el País Vasco, y en el lugar donde se ubicaba la antigua Ermita empezó a construirse la Basílica renacentista actualmente en pie.
Según los expertos, la talla del Santo Cristo de Lezo es de un gran valor artístico pero, sin duda, lo que año tras año atrae a multitud de visitantes son las leyendas que a lo largo de la historia se han formado en torno a él.
Se puede considerar que el Santo Cristo de Lezo es una de las imágenes religiosas más famosas en el País Vasco.
Según la leyenda, allá por el siglo XV, apareció flotando en un cajón en las aguas de la bahía pasaitarra. En aquella época se consideró este hecho como señal divina, por lo que no es de extrañar que tanto los habitantes de Lezo, como los de Pasaia y Errenteria lo quisieran para sí. Entre tanta disputa, cuenta la leyenda, se olvidaron del Cristo, y cual fue su sorpresa que al volver a abrir el cajón donde se albergaba, éste había desaparecido.
Poco después lo encontraron en el lugar donde hoy está situado el pequeño templo, hecho que no dio lugar a dudas, por lo que decidieron, que debía ser instalado allí. Sin embargo, un vecino pasaitarra, no contento con la supuesta decisión divina y pensando que los vecinos de Lezo lo habían usurpado, decidió, en plena noche, desclavarlo de ese lugar y llevárselo al vecino Pasai Donibane. Nada más llegar, otro supuesto milagro divino tuvo lugar en forma de una tremenda tormenta, nada habitual por aquellas fechas y lugares. Como se tuvo que quedar el pasaitarra, al ver, en ese momento de tormenta, que el cajón se abría y que el Cristo se dirigía hacia Lezo; por lo que decidió devolverlo a su lugar de origen, dando fin a la tormenta.
A partir de ese momento se hizo tan famoso, que los barcos antes de salir a faenar se acercaban a la ermita primitiva (hoy basílica) para conseguir suerte en las campañas. También se le han atribuido curaciones diversas a los fieles que, durante años, le realizaban sus peticiones, por lo que no es de extrañar encontrarnos en su interior diferentes exvotos. Entre sus fieles más devotos se han encontrado siempre los enfermos y los marineros.
El exvoto (del latín “ex voto”, a consecuencia de voto), es la ofrenda que se hace a la divinidad en señal de un beneficio recibido. Se supone que muchas de las figurillas prehistóricas fueron exvotos. La costumbre popular de dedicar ofrendas a las divinidades como agradecimiento ha sido universal. Los soportes han sido muy variados: figurillas de barro, vasos, etc.
En la Basílica del Santo Cristo de Lezo, uno de los exvotos ha perdurado hasta nuestros días. Se trata de una maqueta de una embarcación. En los pueblos de la costa han sido usuales las ofrendas de maquetas de barcos como símbolo de agradecimiento de un peligro o salvamento.
En Gipuzkoa sabemos de la existencia de barcos ex-voto colgando del techo en templos de Arrasate, Deba, Eibar, Eskoriatza, Hernani, Irun, Mutriku, Tolosa, Pasai Donibane (San Juan), Pasai Antxo y Lezo.
Asimismo, dentro de la Basílica del Santo Cristo se puede contemplar un retablo del siglo XVIII.