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Basílica barroca del Santo Cristo

En la Plaza del Pueblo encontraremos la Basílica del Santo Cristo. Inicialmente no era más que una pequeña Ermita, con su pórtico con cerca de madera. En su interior podíamos contemplar un singular Cristo Crucificado, de estilo bizantino, del s.X y muy peculiar, dado que carecía, y carece, de barba. A finales del siglo XVI, sin embargo, y debido a supuestos milagros, la devoción por esta imagen fue extendiéndose a todo el País Vasco, y en el lugar donde se ubicaba la antigua Ermita empezó a construirse la Basílica renacentista actualmente en pie.

Según los expertos, la talla del Santo Cristo de Lezo es de un gran valor artístico pero, sin duda, lo que año tras año atrae a multitud de visitantes son las leyendas que a lo largo de la historia se han formado en torno a él.

Se puede considerar que el Santo Cristo de Lezo es una de las imágenes religiosas más famosas en el País Vasco.

Según la leyenda, allá por el siglo XV, apareció flotando en un cajón en las aguas de la bahía pasaitarra. En aquella época se consideró este hecho como señal divina, por lo que no es de extrañar que tanto los habitantes de Lezo, como los de Pasaia y Errenteria lo quisieran para sí. Entre tanta disputa, cuenta la leyenda, se olvidaron del Cristo, y cual fue su sorpresa que al volver a abrir el cajón donde se albergaba, éste había desaparecido.

Poco después lo encontraron en el lugar donde hoy está situado el pequeño templo, hecho que no dio lugar a dudas, por lo que decidieron, que debía ser instalado allí. Sin embargo, un vecino pasaitarra, no contento con la supuesta decisión divina y pensando que los vecinos de Lezo lo habían usurpado, decidió, en plena noche, desclavarlo de ese lugar y llevárselo al vecino Pasai Donibane. Nada más llegar, otro supuesto milagro divino tuvo lugar en forma de una tremenda tormenta, nada habitual por aquellas fechas y lugares. Como se tuvo que quedar el pasaitarra, al ver, en ese momento de tormenta, que el cajón se abría y que el Cristo se dirigía hacia Lezo; por lo que decidió devolverlo a su lugar de origen, dando fin a la tormenta.

A partir de ese momento se hizo tan famoso, que los barcos antes de salir a faenar se acercaban a la ermita primitiva (hoy basílica) para conseguir suerte en las campañas. También se le han atribuido curaciones diversas a los fieles que, durante años, le realizaban sus peticiones, por lo que no es de extrañar encontrarnos en su interior diferentes exvotos. Entre sus fieles más devotos se han encontrado siempre los enfermos y los marineros.

El exvoto (del latín “ex voto”, a consecuencia de voto), es la ofrenda que se hace a la divinidad en señal de un beneficio recibido. Se supone que muchas de las figurillas prehistóricas fueron exvotos. La costumbre popular de dedicar ofrendas a las divinidades como agradecimiento ha sido universal. Los soportes han sido muy variados: figurillas de barro, vasos, etc.

En la Basílica del Santo Cristo de Lezo, uno de los exvotos ha perdurado hasta nuestros días. Se trata de una maqueta de una embarcación. En los pueblos de la costa han sido usuales las ofrendas de maquetas de barcos como símbolo de agradecimiento de un peligro o salvamento.

En Gipuzkoa sabemos de la existencia de barcos ex-voto colgando del techo en templos de Arrasate, Deba, Eibar, Eskoriatza, Hernani, Irun, Mutriku, Tolosa, Pasai Donibane (San Juan), Pasai Antxo y Lezo.

Asimismo, dentro de la Basílica del Santo Cristo se puede contemplar un retablo del siglo XVIII.

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